Huida

Algunas noches saca su lado más huidizo y se cuela de nuevo en aquella casa.

Vuelve a subir aquellas escaleras interminables con olor a humedad, vuelve a abrir la puerta de triple cerradura con el viejo truco de apretar un poquito la llave. Una vez dentro, vacila entre las estancias que una vez fueron familiares…

Primero el salón; revisando cada rincón, volviendo a sentirse hogareña en aquel sofá, luego se acerca a la ventana a contemplar las intermitentes luces del puerto y allí se pierde entre las ráfagas...Vuelve al pasillo, evita la habitación, evita recordar el calor, evita recordar aquellos amaneceres trasnochados, evita rememorar los días encadenados entre cristales traslúcidos...

El resto de la casa son una suma de estragos incongruentes que consiguieron hacer pedazos hasta el más fuerte de sus sentimientos. Incluso la cocina, la cocina era el punto y final al pasillo, a las discusiones, a las huidas, a la carreras de alegría, a la pequeña terraza que hacía las veces de invernadero y de vía de escape...

A veces jura que alguien la espía mientras se cuela con la mente, a veces cree que esas fugas de madrugada son tan meditadas que incluso los restos de los recuerdos saben que aparecerá esa noche.


A veces, pero muchas veces, desea con fuerza volver al principio. Volver a donde empezó todo, volver a una barra de bar y un periódico. Volver a la felicidad…

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