¡Se los
había encontrado!
Al fin podía afirmar que poseía un juego de botones de REC,
REPLAY y PAUSE en su cuerpo. La verdad es que llevaba tiempo sospechándolo.
Todo indicaba a que algún individuo, hace ya algún tiempo, los había
descubierto primero y había grabado en su piel hechos imborrables; es por eso
que sabía que no tenía el práctico botón de DELETE.
En fin,
ya no habría más sorpresas, era una máquina, como el resto. Fuera ilusiones.
Aunque
algún acontecimiento hiciese titubear esta realidad con frecuencia, a veces
prefería asumir que era una máquina manipulable como el resto; de esas que se
dejan llevar y se estropean cuando están desganadas.
Lo
cierto es que no era así, para nada. Quizás porque nunca se estropeaba ni se
dejaba manipular, el hecho de haber descubierto los botones la sumía en un
incesante asombro.
Ahora
solo restaba aprender cómo funcionaba ella misma. A base de apretar iba
haciéndose con su propio control. Lo que extrañaba era una pantallita de esas
donde aparece el ERROR en letras rojas parpadeantes y, lo más importante, la
función de ocultar botones para dedos ajenos.
¿En qué
fase del desarrollo del feto se colocan los botones? ¿Dónde está la garantía y
quién se encarga de las supervisiones técnicas?
Al
parecer, mucha gente se había encargado de dar a su REC a lo largo de su vida;
el PAUSE estaba casi atrofiado y el REPLAY no le interesaba por el momento.
Trató
de arrancárselos de cuajo, sin ningún tipo de sensibilidad, pero le resultó
imposible. Quien quiera que hubiese decidido ubicar esos botones en su piel lo
había hecho a conciencia; había escogido una piel sensible, suave y absorbente
que, con el tiempo, se había ido curtiendo.
Eso de
curtir suena a animal, a cuero, a pieles duras con las que luego elaborar
objetos útiles, pero no es necesariamente la función que había adoptado la
suya.
La
suya, conservando la parte animal, se había vuelto aun más sensible al tiempo,
al frío, al sol, a los susurros y a cualquier estímulo agradable. Al mismo
tiempo, había desarrollado un enorme rechazo a sensaciones detestables; podría
denominarlo función de repulsión, pero no sabía si la máquina estaba tan
cualificada.
Huele a Octubre.
SUENA:
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